viernes, 27 de diciembre de 2024

 

Prologo de ROSAURIO Episodio 1,

por LEANDRO ARTEAGA


ALTOS COMO EL MONUMENTO

 

Son tan grandes y majestuosos, que el ingenio humano se debate entre dos posibilidades: hipotetizar y teorizar, hipotetizar y fantasear. Los dinosaurios son el perfecto monstruo imposible, pero real. Y se sabe que viajar a su pasado es tan atractivo como traerlos a nuestro futuro. Por este andarivel fantástico traza su camino Rosaurio. Y lo hace con rugidos -¿cómo es el sonido de ese rugir?- que truenan por las calles de un cielo litoraleño.

Ante vista semejante, vale lo dicho por el poeta: más que el amor, une el espanto. ¿Cómo sería vérselas con estos animales fascinantes, dispuestos a recuperar su paraíso perdido? Que Rosario -esa ciudad de estados de ánimo cambiantes- sea el lugar donde la acción cobre dinámica, tendrá alguna razón. A descubrirla entre líneas.

Sumergidos en la aventura y obligados a repeler la amenaza, los individuos conforman un grupo. Y con ellos, a sus personajes; como es el caso de “Fideo”, el chofer de la camioneta artillada, cuyo nombre recuerda al del compañero de Juan Salvo en El Eternauta Segunda Parte. Es en esa lógica narrativa, de héroes decididos en mundos formidables -devastados, próximos, cambiantes, (im)posibles-, donde mueve su pluma afilada Alejandro Lois. Una pluma dual, donde la prosa se redimensiona en las ilustraciones. Como es de esperar, éstas son fabulosas. Lois escribe con la pericia suficiente como para atisbar lo que la imagen completa; la interacción conseguida ofrece una experiencia única, y con ella la consolidación de un universo que no se quiere abandonar.

Rosaurio abre sus páginas a una aventura palpitante. Amigo lector, la sugerencia es clásica y es la que vale: ¡Asómbrese! ¡Aterrorícese! ¡Y diviértase!

No hay comentarios:

Publicar un comentario